Practicar deporte en la infancia es fundamental, sin importar la edad ni las capacidades. Siempre hay alguna modalidad deportiva adecuada a los niños, aunque sufran algún tipo de minusvalía física o psíquica. Y es importante que ellos también practiquen deporte porque en su caso los beneficios que obtienen son mucho mayores que en el de los demás.
De hecho, en los últimos años todos hemos visto auténticos ejemplos de superación gracias al deporte. Porque el deporte enseña a vencer adversidades, a esforzarse, a aganar batallas y a superarse a sí mismos. En el caso de niños con algún tipo de deficiencia, la actividad deportiva les ayuda a mejorar su autoestima y a integrarse, además de los beneficios que obtienen a nivel físico.
Pequeños con problemas motores encuentran en los deportes con silla de ruedas un vehículo excepcional para mantenerse en forma. Pero hay infinidad de disciplinas deportivas muy adecuadas para ellos, desde natación a tiro con arco o bicicletas con pedales manuales.
Niños con deficiencias sensoriales también pueden practicar infinidad de deportes: atletismo, natación, ciclismo…muchos deportes se pueden adaptar para que puedan superar la barrera de una dificultad visual o auditiva. Y exactamente lo mismo ocurre en el caso de niños con algún tipo de discapacidad intelectual.
Pero, además, el deporte favorece la integración, la idea de “normalidad” de los pequeños. Por un lado les permite sentir que hacen lo mismo que otros niños de su edad. Por otro, y no menos importante, puede servir de lección a menores sin discapacidad, enseñándoles el valor del esfuerzo de superación de aquellos que sufren algún tipo de minusvalía.
Esta es la razón de que cada vez sean más frecuentes los torneos y juegos en los que participan niños de cualquier condición. Es el deporte inclusivo, una modalidad de deporte de integración con infinidad de beneficios para todos. No hay nada como ponerse en el lugar del otro para darse cuenta de sus limitaciones y de la fuerza necesaria para superarlas.